La extraña renuncia de Roglic al amarillo en Hondarribia: victoria de Izagirre y liderato de McNulty

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Primoz Roglic decidió en el Giro de 2019 que sólo se tenía que dedicar a controlar a Vincenzo Nibali. Lo perdió. En el Tour de 2020, que sólo debía mantener a raya a Tadej Pogacar. También lo perdió. En la Vuelta de 2020, que con una ventaja mínima sobre Richard Carapaz le bastaba. Sólo el auxilio voluntario o involuntario de Movistar le permitió conservar la victoria por un suspiro.

Ahora, en la Itzulia de 2021, decide que sólo le importa de nuevo Tadej Pogacar. Que el resto de lo que pase le da igual, porque confía en esos 20 segundos de margen que conserva con respecto a su joven compatriota y que el último día, en Arrate, será capaz de recuperar lo que quiera frente a quien sea que no haya nacido en Eslovenia. Y no le importa ni siquiera ceder el amarillo a Brandon McNulty, que al margen de ser el mejor gregario de Pogacar es un ciclista con capacidad para conservar los 23 segundos de ventaja que ahora, como nuevo líder, tiene sobre Roglic.

Y en medio de ese río revuelto, quien pesca la gran pieza del día es Ion Izagirre, defensor del título tras su victoria en 2019 y la cancelación de la edición de 2020. El año de su triunfo general no logró ganar ninguna etapa, pero lo hace ahora en Hondarribia, la primera de toda su carrera en la Itzulia, aunque parezca mentira dada su gran trayectoria, que incluye triunfos parciales en Tour, Giro, Vuelta, París-Niza y Romandía. Segundo fue Pello Bilbao y ya es la tercera vez esta semana que Guipúzcoa se impone a Vizcaya. También lo logró en la segunda etapa Alex Aranburu sobre Omar Fraile. La otra no fue precisamente sobre una bicicleta.

La gran dificultad de la etapa de este jueves era la ascensión a Erlaitz, casi cuatro kilómetros a un desnivel muy duro y constante, siempre entre el 9% y el 13%. Allí, demostrando su conocimiento del terreno, atacó Mikel Landa, con constancia pero sin demasiado ímpetu, pues su punto de forma mira más al Giro que a esta Itzulia. McNulty se agarró a su rueda, descargando a su líder Pogacar de responsabilidad y cargando de ella al Jumbo, con Vingegaard guiando la ascensión para defender el amarillo de Roglic.