El futbolista brasileño Daniel Alves, de 39 años, jugó el pasado jueves (26) su primer partido de fútbol en prisión.
Acusado de violar a una joven de 23 años en el baño de una discoteca el 31 de diciembre, lleva diez días recluido en el centro penitenciario de Brians, en la región metropolitana de Barcelona (España).
Según un relato del diario catalán «La Vanguardia», había tanta expectación por ver jugar a Alves que la noticia se extendió rápidamente por la prisión. Funcionarios, profesionales externos, personal directivo y todos los reclusos de la celda vecina se asomaron discretamente, pegándose a los cristales para no perderse detalle.
Después, la prisión decidió poner una tela para impedir la vista entre los dos módulos, de modo que los vecinos del jugador pudieran volver a sus actividades normales.
El diario también publicó las declaraciones del brasileño, que atribuyó a «múltiples fuentes, oficiales y extraoficiales, dentro y fuera de la prisión de Brians 2, entre las que se encuentran también familiares de reclusos que comparten prisión con Dani Alves».
Según el diario, Alves dijo al llegar al centro de detención que «el jugador se quedó fuera, y Dani, que está aquí, es uno más».
Tranquilo y reservado, habría dicho: «Aceptaré lo que venga. Me fui de casa cuando sólo tenía 15 años. He superado situaciones muy difíciles y complicadas en mi vida. Este será otro que pasará. Nada me asusta».
También ha hablado de lo ocurrido en el baño de la discoteca Sutton y ha asegurado que el coito fue consentido.
Se espera que todavía el lunes (30) el abogado Cristbal Martell Prez-Alcalde presente a la Justicia el recurso para que el jugador pueda permanecer libre durante las investigaciones policiales españolas.
Prez-Alcalde ya ha redactado el recurso y cree que su cliente puede evitar la detención. Para ello, propondrá medidas cautelares que garanticen que Alves no se fuga, como el uso de una pulsera electrónica, la entrega de su pasaporte y quizá una cuantiosa multa.